Implante en mentón

La armonía estética de la cara está determinada por los contornos de los huesos faciales, así como el volumen y posición de los tejidos blandos (grasa, músculos y piel) que están por encima de ellos. Cuando una de estas estructuras es pobre, excesiva o no guarda la relación anatómica estéticamente adecuada con el resto de las partes, la estructura se muestra desproporcionada y, en general, no contribuye a dar ese aspecto atractivo deseado por todos nosotros.

El aumento del esqueleto facial con implantes aloplásticos, se realiza en la mayoría de las ocasiones, para mejorar la apariencia facial en pacientes cuyas relaciones esqueléticas principales se encuentra más o menos dentro de los parámetros normales. Estos pacientes desean mayor definición y angulosidad a los perfiles de la cara, mientras que otros, lo que desean es lograr un mayor equilibrio en sus proporciones faciales.

La cirugía del mentón (comúnmente conocido como “barbilla”) puede estar encaminada a reconstruir defectos de nacimiento, adquiridos después del nacimiento o para mejorar las proporciones estéticas de la cara. Las malformaciones pueden obedecer a una combinación en el exceso o falta de tejidos blandos (piel, grasa, músculos), duros (huesos) o una asimetría.
Este procedimiento esta indicado para pacientes con falta de proyección en el mentón, que deseen mejorar la armonía facial.

Para la introducción de un implante de mentón se puede utilizar dos tipos de abordaje, el transoral (a través de la mucosa de la parte inferior de la boca, entre la parte interna del labio inferior y la arcada dentaria inferior) y el transcutáneo, que implica una pequeña incisión de 2 cm en el llamado surco submental. Ambas son prácticamente imperceptibles.

Lo ideal es reposo por 5 días, así como la aplicación de frío local.

En la mayoría de los casos, los resultados son perceptibles de inmediato. A partir de 3 meses después de la cirugía, la inflamación ha disminuido casi en su totalidad.